Cada uno tiene millones de adeptos en el mundo, y los dos juntos, unos cuantos millones más. Lo cierto es que estas dos sopas (aunque hay quién dice que el salmorejo es más bien una crema) son las estrellas del verano español, pero por suerte para la expansión de nuestra cocina, cada vez es más fácil encontrar ambas recetas en los restaurantes del extranjero, sobretodo en restaurantes de alta cocina o gourmet.
El salmorejo es andaluz, ya que su origen se ha demostrado cordobés, pero el origen del gazpacho no está tan claro. Dicen que ya se tomaba en Al Andalus, territorio que era mucho más extenso que la actual Andalucía, aunque este gazpacho tenía una pequeña variación: no llevaba ni tomates ni pimientos, ya que estas hortalizas aparecieron en nuestra península muchos años después de la conquista de América.
El gazpacho
- La base para realizar un gazpacho la tenemos en los tomates, a los que se le añade otras hortalizas como el pepino, el pimiento verde e incluso cebolla. También se le añade un poco de pan.
- Para aligerar la mezcla de hortalizas trituradas y el pan, añadimos agua.
- El aceite de oliva virgen extra es el punto fundamental, así como un buen vinagre de Jerez, para su aderezo.
- Aunque se puede tomar en vaso como si de un zumo o bebida se tratase, también se sirve en un cuenco para disfrutar aún más de los tropezones de hortalizas y un poco de picatoste o pan frito troceado.
El salmorejo
- Más que una sopa, el salmorejo es una emulsión de tomate, pan duro, ajo y aceite de oliva virgen extra.
- Hay un dicho popular: «pan con pan, comida de tontos», pero lo cierto es que el salmorejo clásico puede tomarse mojando pan en él. ¡Una auténtica delicia!
- La versión más tradicional del salmorejo suele acompañarse con un poco de huevo picado y jamón por encima.